UN ALMACEN PARA GUARDAR TODO LO VIEJO

Nunca me vistieron de princesa, odiaba el rosa y detestaba los corazones. Siempre con mis pantalones de pana y unas kiker's marrones, el pelito bien corto y plana como una tabla (en este sentido no he cambiado mucho). Los pendientes llegaron a los 17, cuando me dió por ir a los Incas a hacerme unos que ahora encuentro horrorosos, pero que aún guardo, y ahora con 33, con el pelo casi por la cintura, me doy cuenta que me he vuelto una moña, una moña ñoña. Ando todo el día detrás de lacitos, puntillitas, florecitas, y objetos de aspecto antiguo y romántico, pero vaya, me dura bien poco el trance bobalicón, porqué llega mi madre y me suelta... -Nena! sal del armario de tu abuela, que todo eso es viejo y te has vuelto una cursi!.
Andas buscando cosas que te sonaban y que andaban tristes por casa, objetos que habías ignorado siempre, y de repente te entra la curiosidad y preguntas por ellos. ¿Mama y el juego ese de tazas que tenías de la yaya? -Esooooo, eso viejooo, lo tiré a la basura. ¿Mama y la maleta de piel de vaca peluda? - Uyyyyy, ocupaba muchísimo y la tiré. ¿Mama y ese vestido que tenías largo que me gustaba tanto? - Se puso feo y lo tiré. ¿Y esos pendientes tan antiguos de la abuela? Los fundí y me hice unos nuevos más modernos. Así que poco hay que hacer con una madre que detesta todo lo viejo, y con una hija que anda rescatando lo poco que queda, un día de estos me encuentro a mi padre en la basura.

Así que en el contenedor de enfrente de casa mis padres, un día estuvo lleno de relíquias, y yo sin saberlo, pero por suerte, hay gente que vende las suyas, para que otros como yo volvamos a darles una segunda oportunidad.

COCO P/V 2011